“El único camino para aquellos surgidos del caos de la oscuridad, es la oscuridad misma”
Una frase que explica muy bien los sentimientos de nuestros protagonistas y nos sirven para no perder el hilo de una historia rocambolesca, donde no faltan shinigamis, espíritus, fantasmas y demás seres fantásticos que nos trasladarán al mundo de las Ilusiones, en completo caos desde que la tecnología se ha afianzado en el mundo humano.
Nombre original: Yami No matsuei 闇の末裔
Autor: Yoko Matsushita
Género: Misterio, magia
Categoría: Yaoi
Año: 2005
Nº Tomos: 12
Asato Tsuzuki, un shinigami empleado del ministerio de los Diez Reyes del Más Allá, debe partir a Nagasaki para investigar una serie de asesinatos que han sido bautizados con el nombre de “el asunto Drácula”. Allí conoce a su nuevo compañero, Hisoka Kurosaki, que oculta un trágico pasado; sospechan que la asesina es Maria Wong, una famosa cantante llegada de Hong Kong. El único problema es que según sus archivos, Maria debería estar muerta.
Es el único trabajo conocido de Matsushita, que no ha editado nada más ni colaborado con nadie; no sabemos si tiene otros proyectos ni intención de continuar con su carrera.
La serialización de Yami No Matsuei (Hijos de la Oscuridad) apareció en la revista Hana To Yume hacia el año 1997; lo he clasificado como yaoi por la evidente atracción que hay entre los protagonistas masculinos, pero podría bien clasificarse como shôjo, por las facciones afeminadas de sus diseños masculinos o como shonen ai por los amoríos homosexuales, aunque no dejéis que esto os frene para leerlo, ya que no son nada explícitos.
Los templos dibujados son impresionantes, muy detallistas, al igual que los paisajes que cuando aparecen, eclipsan hasta a los personajes.
El Mundo de la Ilusión, plasmado con todo tipo de figurantes, cuyas puertas guardan los guerreros Tênku, nos acercan a la mitología de los guardianes del mundo oriental: Suzaku (representado como una fémina, cuando no es el fénix rojo), Biakko (el tigre blanco que se transforma en un humano peculiar), Sôryu (o Siriyu, el dragón azul, cuya forma humana es un chico envuelto en un precioso kimono) y Genbu (el que menos sale en el relato, imaginamos que al ser una tortuga negra, daba poco juego) y los llamados dioses inferiores, como la serpiente Tôda, que en su forma humana, es un adolescente con una visera negra que no deja ver sus ojos.
El diseño de los personajes, recuerda bastante a los de Mayu Shinjo, pero mejor proporcionados.
Prácticamente todas las páginas están entintadas en negro, a excepción de algunos pensamientos de los protagonistas o el ya mencionado Mundo de la Ilusión, donde las flores y unas pinceladas más suaves, restan angustia al lector, ya que la oscuridad, es la verdadera protagonista de este relato.
El mundo de la Ilusión
La editorial Glénat vuelve a editar esta saga, modificando el precio.
Hijos de la oscuridad es el título en español, pero se mantuvo el japonés, tal vez porque lo extranjero siempre vende más; al margen de si deberían traducirlo o no, es un relato impactante.
Clonaciones, experimentos con la mente y la oscuridad en que está envuelto todo, harán que nos replanteemos nuestros temores y analicemos la evolución de la especie humana.
Las diferencias entre la publicación en Hana to Yume y el tankoubon, empiezan en la madre del doctor Matsuki, muy importante en la revista y desaparecida en el manga, salvo alguna pequeña mención. La misma autora comenta que a pesar de ser un personaje muy interesante, la historia se le empezó a ir por otros derroteros.
Sangre, parricidio, almas que se escapan, todo tiene cabida en este relato que se frena por el hecho de que casi todos los protagonistas sean masculinos (aunque algunos son muy femeninos físicamente) y sienten atracción entre ellos; la homosexualidad, aunque presente, no empaña la trama. Diría que incluso le puede añadir un punto de comicidad: hombres buscando un destino, huyendo de la oscuridad de su existencia, cuyos sentimientos y deseos son el motor de sus vidas, ya sea para vengarse o para crecer como personas.
En resumen: un relato estremecedor que si no os gusta el yaoi, dejaréis escapar.
Lo mejor: una gran historia, salpicada con sangre y regada con sentimientos.
Lo peor: las dosis de homosexualidad, son bastante exageradas.
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